14 octubre 2009

Tiramisú de Limón


Por fin llegó, después de cuatro años sin canciones nuevas del flaco ya fluye por infinidad de reproductores multimedia el mejor postre que podíamos tener, Tiramisú de Limón. Aunque ya se sabía desde hace un tiempo que el nuevo disco estaba a punto, no por ello deja de ser menos emocionante. Ese momento en el que tienes delante el archivo mp3 ,y te entra un cosquilleo por la espalda en el instante de acercar el puntero del ratón al botón del play. Ese cosquilleo se transforma en nerviosismo cuando suenan los primeros acordes y estás esperando que la voz de Joaquín irrumpa en cualquier momento. Esto se vio acentuado en mi caso ya que, atendiendo a las noticias oficiales u oficiosas, no sería hasta el día de Santa Teresa, 15 de Octubre, cuando iba a ser lanzado al gran público. Sin embargo el parto se adelantó cinco días, y el niño la verdad es que tiene muy buena pinta.

Con este tiramisú Sabina nos ha sorprendido una vez más, y es que ha contado con la colaboración de Pereza. Un grupo nuevo si lo comparamos con él, pero con el que creo que guarda algunas similitudes que los hacen más que compatibles. En cierto modo me recuerda a la relación que mantuvo con Los Rodríguez, y es una de las pruebas de que la longevidad de Joaquín no es casualidad y que su legado perdurará durante mucho tiempo. Resulta curioso ver como dentro de su público podemos encontrar desde preadolescentes hasta prejubilados, así como la gran diversidad que hay en sus colaboraciones desde Javier Krahe hasta los propios Pereza.

Aunque pueda resultar un poco precipitado voy a empezar a desglosar un poco la canción, la emoción de recibir un regalo como este me impide pensar en otro tema por el momento. En conjunto me recuerda un poco, salvando las distancias evidentemente, a Princesa o a Barbi Superestar. Pienso que ha vuelto el Sabina que describe de manera impecable a esas mujeres que pasan por la vida, haciendo retratos anónimos a los que todos les podemos poner nombre y apellidos en algún momento. Los primeros versos, los más esperados sin duda de la canción no defraudan en absoluto; es Sabina en estado puro.
“Hice un solo desafinado
con las cenizas del amor.
Las verbenas del pasado
gangrenan el corazón”.
La primera referencia que nos encontramos son los resquicios del pasado, los restos de algo que ya se quemó, ya se acabó. Sin embargo después de toda hoguera siempre quedan las cenizas, para recordarnos lo que allí sucedió. En ciertas ocasiones cuando nos vienen a la memoria los grandes momentos pasados con alguien, nos provocan una tristeza mayor que cuando recordamos alguna desgracia. Resulta paradójico pero es cierto, un mal final puede estropearlo todo.

“Acórtate la falda nueva,
despiértate al oscurecer,
túmbate al sol cuando llueva,
no desordenes mi taller”
A continuación se encadenan una serie de consejos paradójicos e irónicos que se lanzan contra esa mujer que te dejó pero no terminas de olvidar. Muchas veces deseas no volver a verla, pero siempre te gusta saber de ella; y por qué negarlo también te puedes alegrar de la desgracia ajena en ciertos casos. Sin embargo tienes miedo de que te vuelva a descolocar la vida una vez que la has rehecho, temes que te desordene el taller que con tanto mimo has conseguido volver a montar.
“Tiramisú de limón,
helado de aguardiente,
muñequita de salón,
tanguita de serpiente”
Pero todo reproche tiene su contrapartida en forma de halago, así es como ocurre en la canción. De vez en cuando hay que tirar de honestidad y no se pueden negar las evidencias, por muy feas que sean las cosas que te hizo nunca dejará de ser irresistible a los ojos de cualquier mortal. Todo el mundo dice que la belleza está en el interior, pero siempre esperamos que sea otro el que lo demuestre. Siempre nos resultará apetecible un helado, siempre nos entrará por los ojos, aunque sea de aguardiente y tras tomarlo empecemos a sufrir sus efectos secundarios. De esos efectos secundarios que tienen ciertas relaciones nos habla Joaquín a continuación.
“De madrugada y por la puerta de servicios,
me pasabas el hachís.
Al borde del precipicio,
jugábamos a Thelma y Louise.”
Todos tenemos algún amigo que en algún momento cambió radicalmente por culpa de una mujer, y no hizo caso de los consejos de nadie hasta que se vio al borde del precipicio. Es una situación en la que los juicios tienden a ser tremendamente subjetivos pero cuyas consecuencias son bastante comunes, ya se sabe, la tendencia que tenemos los hombres a tropezarnos muchas veces con la misma piedra.
“Pero esta noche estrena libertad un preso,
desde que ya no eres mi juez.
Tu vudú ya pincha en hueso,
tu saque se enredó en  mi red.”
Los dos primeros versos son de esos que remarcas de sus canciones, y es que refleja verdades como puños dándoles un matiz único. Al finalizar una relación, se producen sensaciones encontradas, por un lado la tristeza de lo perdido, y por otro la euforia de sentirte libre y orgulloso de volver a colgar el cartel de libre. En las relaciones tormentosas el final suele provocar que de repente abras los ojos y veas desde otra perspectiva todo lo que ha pasado. Puedes lamentarte por ello, pero muchas veces lo más ventajoso es alegrarte porque ya nunca más volverá a pasar, que tu muñequito de vudú no volverá a ser pinchado.
“Donde crees que vas,
quien te parece que soy.
No mires atrás,
que ya no estoy.”
La canción termina con la sucesión de varios fragmentos como el anterior introduciéndole pequeñas variaciones. Pero en esencia viene a decir que ha escarmentado, que no volverá a caer en las zarpas de esa mujer. Suele pasar que conscientes de su poder y seguras de tenernos en la palma su mano, regresan en nuestra búsqueda cuando les conviene. Pues bien, aquí se planta, le dice guapa c’est fini.

A partir de este punto es cuando la canción adquiere su tinte más “perezoso”, ya que empieza a tomar el ritmo característico de las obras de Rubén y Leiva. Para mi es una grata sorpresa, ya que Joaquín sigue innovando tras cientos de canciones y decenas de discos. La verdad es que se tomó al pie de la letra el verso de “El Joven aprendiz de pintor” donde afirmaba “¿Y qué decir del crítico que indignado me acusa
de jugar demasiado a la ruleta rusa? Si no hubiera arriesgado tal vez me acusaría de quedarme colgado en calle Melancolía”. Yo voto porque siga arriesgando, y que lo siga haciendo igual de bien.


3 comentarios:

  1. Me encanta Sabina, desde ya te añado a mi lista de blogs que sigo. Un saludo

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  2. Hay que decir que esta letra, que es bastante sabinera, es compuesta totalmente por Leiva

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  3. Muy buen análisis. Sin embargo, creo que varias ideas quedaron al aire. Realmente Sabina es alguien que puede interpretarse y reinterpretarse de acuerdo con la manera en la que te sientas en ese momento. Es algo mágico que el señor de Andalucía provoca con sus letras. Desde luego, por eso quedará para la posteridad como un gran músico y poeta. Saludos desde México.

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