Aunque no haya llenado el blog de pequeños Santa Claus revoloteando en sus trineos, estamos en plenas navidades, y si mi calendario no me falla hoy es el último día del año, hoy es Nochevieja. Al encontrarnos en un día tan especial he rebuscado en la “sabinoteca” y he dado con un vídeo del archivo histórico de RTVE donde aparece Joaquín junto con Ana Belén, Miguel Ríos, Víctor Manuel, Rosa León y Amaya, cantando “Cualquier tiempo pasado fue peor” en un especial de Nochevieja de…nada más y nada menos que 1986. En ese año yo no estaba ni proyectado. Sin embargo, muchas de las canciones de Sabina no pierden vigencia con los años y “Cualquier tiempo pasado fue peor” es un claro ejemplo.
Cuando llegan estas fechas solemos echar la vista atrás, las televisiones se llenan de resúmenes del año, los que nos dejaron, las bodas, los nacimientos, los hechos más relevantes… . También es en este día en el que solemos echar cuentas (a veces resoplamos) del número de Nocheviejas que llevamos en el mundo, de como hemos cambiado, ahora que está tan de moda sacar imágenes del pasado en la TV. Recordamos normalmente los buenos momentos y tendemos a pensar que antes éramos más felices, disfrutábamos con menos cosas, éramos más inocentes…en resumen, acabamos afirmando que “cualquier tiempo pasado fue mejor”.
“Sacude el polvo de tu corazón,
no esperes a que den las doce,
cualquier tiempo pasado fue peor,
más viejos éramos entonces.”
Por eso resulta extraño ver como en esta canción se promulga todo lo contrario, te anima a dejar de mirar el pasado con nostalgia y una cierta idolatría para adentrarte en el futuro más próximo, que puede ser tan bueno o incluso mejor que lo ya vivido. Aparte de esto, son muy acertados los guiños que hacen cada uno de estos artistas a sus propias carreras musicales, en sus intervenciones individuales dentro de la canción. Así, Amaya de Mocedades comienza con la siguiente estrofa.
“Moza de Mocedades
con la piel acribillada de preguntas,
sola al vacío saltaré sin red,
el nuevo año que despunta.”
El 1 de Enero debería ser bautizado como San Prometeo, ya que es el día en el que más promesas se realizan. Muchas de ellas desde el momento que nacen se sabe que van a ir directas al saco de las falsas ilusiones, de lo contrario el negocio de la tabacalera ya habría dado en quiebra, los gimnasios serían una mina de oro y las academias de Inglés no darían a basto. Mejor que llenarnos la boca prometiendo imposibles, será imaginar en lo que nos pueda suceder sin previo aviso, en aquellas pequeñas cosas (que diría Serrat) que hacen que cada resumen del año sea distinto. Continuamos con Miguel Ríos.
“En el ruedo del rock & roll crecí
con un cometa por montera,
el pan con mis amigos compartí,
viviendo en la carretera.”
Acabo de decir que cada fin de año es distinto, pero todos tienen algo en común, la gente que te rodea. Año tras año vas viendo gente que pasa por tu vida, unos duran más que otros, pero hay algunos que pase lo que pase siempre comparten tus uvas de la suerte. Descontando a la familia, que afortunadamente y por lo general siempre está, es un buen ejercicio ver cuáles de tus amigos de esos que te felicitan el nuevo año efusivamente, estaban los años anteriores, y cuáles estarán los años venideros. Turno para Ana Belén.
“Sólo le pido en esta noche a Dios,
que cierre siempre la muralla,
al miedo, la violencia y el rencor,
que gane el beso su batalla.”
Los buenos propósitos y los buenos deseos también forman parte del protocolo navideño, aunque muchas veces vayan acompañados de la hipocresía. Es muy bonito tener ideas grandiosas, pensar en la paz en el mundo…pero resulta curioso que al mismo tiempo, por ejemplo, seamos incapaces de mantener un buen ambiente en nuestro entorno más cercano, incapaces de salvar viejas rencillas, de evitar meter el dedo en la yaga. A veces queremos ganar demasiado rápido y demasiado fácil el Nobel de la Paz; y hasta ahora solo lo ha conseguido Obama. Ahora alegremos la cara porque llega la intervención de Joaquín.
“Pongamos que hablo del Madrid aquel,
papel de todos mis pecados,
mi canción y mi casa levanté,
con los escombros del pasado.”
Aunque lo bonito sea acordarse de todo lo bueno realizado, quizás sea más productivo hacer memoria de todos los fallos o de las cosas que desafortunadamente se torcieron. Con esos escombros que dice Sabina, en vez de tirarlos al contenedor y olvidarlos lo más rápido posible, podemos hacer nuevas construcciones en el futuro; utilizando la experiencia como muro de carga y la ilusión como forma de decoración. Seguimos con Rosa León.
“Al alba del presente desperté,
con una flor en la cintura,
vuelvo a los diecisiete cada vez,
que el amor me pasa su factura.”
Aunque a medida que vamos creciendo, lo que hacemos es quemar etapas, no se trata de un viaje de no retorno. En determinadas ocasiones, resulta bueno volver a sentirnos como cuando éramos más jóvenes, disfrutar como cuando éramos pequeños, olvidarnos por un instante de nuestras obligaciones y responsabilidades. Son viajes efímeros, pero que consiguen hacernos disfrutar mucho. Por último, hace su aparición en escena Víctor Manuel.
“Soy aquel corazón tendido al sol,
comprometido en la aventura,
de pedir cada año al rey Melchor,
más tiempo para la ternura.”
Aparte de los propósitos, al nuevo año solemos pedirle muchas cosas. La mayor parte de ellas son materiales, o tópicas, pero casi nunca pedimos algo de valor tan incalculable como es el tiempo. Se pueden acumular muchas riquezas, pero si no tenemos tiempo para disfrutar de ellas es como si no valieran nada. Para poder disfrutar de algo, lo primero que se debe tener es tiempo. Por eso al nuevo año le pido tiempo para disfrutar, de la forma de disfrutar ya me encargo yo.
“Cualquier tiempo pasado fue peor,
somos más jóvenes ahora.”
Para terminar, repito el título de la canción, “Cualquier tiempo pasado fue peor”, un ejemplo claro y simple. Hace un año justo este blog no existía, es más, no estaba ni imaginado. Espero que dentro de un año continúe con esta experiencia tan satisfactoria. ¡Feliz año a todos!.