Como todos sabéis Joaquín acaba de sacar disco nuevo y ya está de gira por toda España. El disco es top ventas, la gira está siendo todo un éxito y el público está entregado al flaco y eternamente agradecido por su vuelta a los escenarios. Con toda la vorágine sabiniana y la tormenta de noticias en torno a su persona he podido leer varias de las críticas que se han vertido hacia su disco. Hay de todos los colores, buenas y malas y dentro de ellas hay algunas más acertadas que otras.
Un artista muchas veces es la imagen que el quiere mostrar a su público, pero en la actualidad se llega a un punto en el que también nos preocupamos por su persona. Esto no es del todo malo, pero en cierto modo es algo que no nos debería importar mucho. Yo creo que Joaquín ya se dio cuenta hace mucho tiempo que contentar a todo el mundo es imposible, pero contentar a los “críticos musicales” es algo utópico.
El motivo por el que escribo esta entrada es para mostrar mi total desacuerdo con la crítica escrita por Diego A. Manrique en El Pais. Estoy un poco cansado de esas personas que se dedican a criticar a Sabina por motivos ajenos a su obra musical; es decir, aquellas personas que lo desacreditan haciendo alusión a su relación con el alcohol y las drogas. Ahora ha dejado las drogas, y de una forma nada escandalosa y lo más natural posible. Nunca se ha avergonzado por haberse drogado y nunca va a sacar pecho por haber conseguido dejarlas; algo que le honra muchísimo. Pues bien, una vez que ha dejado esas “malas compañías” este señor lo critica por su giro hacia la literatura. Es decir, le critica por sus nuevas amistades, esas mismas que lo han apoyado durante su nube negra y lo han conseguido sacar de la cama. ¿Este señor es un crítico musical? Entonces que actúe como tal, y se ciña a lo estrictamente musical.
Ya he dicho en muchas ocasiones que la desgracia vende mucho más que el éxito. Y me parece que ahora que Joaquín ha gritado a los cuatro vientos que vive en un estado de “felicidad doméstica”, a estos señores les fastidia. También les fastidia que pueda existir la amistad dentro de un mundo tan duro como es el artístico, y por eso este señor tira con bala haciendo referencia a Benjamín Prado y al libro que ha escrito gracias a este disco. Otra de sus pullas va dirigida al molestar que le provoca ver que las canciones están firmadas por sus músicos de toda la vida, García de Diego y Varona. Supongo que debe resultar extraño una fidelidad que dura muchos años en estos tiempos del divorcio express y el despecho mediático.
Otra tendencia muy generalizada es la de elevar a los altares todo lo hecho anteriormente y desprestigiar todo lo nuevo. Estamos de acuerdo que este no es su disco estrella, pero también estoy seguro que el idolatrado 19 días y 500 noches no lo fue tanto en su lanzamiento. En ese disco fue donde se vio realmente por primera vez, otra de sus señas de identidad, la voz rota. Otro de los puntos favoritos para sus detractores. Si quieres voces bonitas y aterciopeladas, hay mucha gente que se muere del asco en los castings. Cuando llevas en la música más de 20 años es porque tienes algo más que ofrecer, algo que va más allá de los superficial. ¿Cuántas voces impresionantes no pasaron del tercer disco? La lista puede ser interminable.
En la canción “El joven aprendiz de pintor” Joaquín ya dejaba un recadito en forma de verso “¿Y qué decir del crítico que indignado me acusa de jugar demasiado a la ruleta rusa?” “Si no hubiera arriesgado, tal vez me acusaría de quedarme colgado en calle melancolía”. Pues bien, esto sigue teniendo vigencia. Por un lado le acusa del giro que ha hecho hacia la literatura, por el otro lado le pida que vuelva a los tiempos de 19 días y 500 noches, para finalmente pedirle que nos sorprenda con algo nuevo. ¿En qué quedamos?. Yo creo que la grandeza de un artista se mide en su capacidad para ir evolucionando y mostrando en cada momento aquello que más le apetece y más refleja su momento actual. De esta forma todo resultará más natural, más creíble y menos artificial. Pero, amigos, para esto hay que tener una gran habilidad escribiendo letras. Y esto no es como la voz, esto no se pierde nunca.
Se que todo lo que esto escribiendo les puede sonar a algunos como “típica pataleta de un Sabinista empedernido que alaba cualquier cosa que haga su ídolo”. Evidentemente, cuando un artista te gusta tanto es porque un porcentaje muy alto de su obra te agrada; pero no niego que hay otras cosas que no. Por eso pido un poco más de seriedad al hacer valoraciones sobre él. Critiquemos sus letras, discutamos por su música; pero respecto a su vida y decisiones personales no somos quienes para opinar. Joaquín es como Maradona, o blanco o negro, gris nunca.
Para terminar este desahogo os dejo una canción que descubrí hace muy poquito, pero que me viene al pelo. Se trata de “mátanos de risa” y es un soneto dedicado al gran cantautor catalán J.M. Bardagí, cantada a dúo con Nut. A Bardagí le debemos una de las canciones más bonitas, en mi opinión, que tiene Sabina; "A la sombra de un león". Hasta la fecha, es la canción en donde más rota he visto la voz de Joaquín. Por eso la dejo, para echar más leña al fuego; y porque con ella te resuena mucho más en la cabeza eso de "no te nos mueras", suena más a un canto desgarrado clamando por un deseo que es imposible.
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