Retomo la sección que inauguré hace un tiempo, bajo el nombre de “su primo El Nano”, donde os iré comentando canciones de Joan Manuel Serrat. Al igual que con Sabina, siempre resulta complicado escoger algún tema de su prolífica discografía. En esta ocasión he optado por un tema que rezuma sinceridad, algo que cada vez brilla más por su ausencia en nuestra sociedad. Se trata de “Sinceramente tuyo”.
Desde el principio ya tenemos toda una declaración de intenciones, una puesta de cartas encima de la mesa sin pudor. Demasiadas veces intentamos reinventarnos a nosotros mismos para conseguir impresionar a alguien, aunque seamos conscientes de que esa treta nos durará poco tiempo. En un mundo gobernado por la imagen, parece casi imposible resistirse a la tentación de mostrar nuestro mejor perfil, aunque sea escandalosamente artificial.
“Soy sinceramente tuyo
pero no quiero mi amor
ir por tu vida de visita
vestido para la ocasión
Preferiría con el tiempo
reconocerme sin rubor”
Muchas veces nos empeñamos en intentar corregir todo lo que no nos gusta de alguien, pensando que todo eso son defectos que debemos erradicarle. Haciendo esto corremos el riesgo de convertirnos en lo que quieren que seamos, no en lo que verdaderamente somos. Demasiadas veces vemos como alguien cambia drásticamente, hasta el punto de terminar haciendo cosas que no hace tanto tiempo detestaba. Como dice Serrat, es preferible poder reconocerse a uno mismo, a ser un simple maniquí al que poder vestir y desvestir al gusto del consumidor.
“Y no es prudente ir camuflado
eternamente por ahí
ni por estar junto a ti
ni para ir a ningún lado”
Resultan irritantes esas personas que, al igual que los fondos de escritorio, tienen una imagen personalizada para cada usuario. Esta camaleónica cualidad, deriva en no saber cómo son realmente, cuál es su verdadera opinión sobre las cosas o cuando te dicen lo que piensan o lo que tú quieres oír. Estos yernos ideales que van siempre camuflados, lo hacen precisamente porque esconden algo, quizá su miedo a ser juzgados por alguien que espera de ellos tal o cual comportamiento. Lo malo que tiene eso, es que hay que ser un perfecto actor las 24 horas del día, porque si no, tarde o temprano te quedas con el culo al aire. Esos que pretenden ser súper amigos de todo el mundo, acaban por no tener un verdadero amigo; básicamente porque nadie sabe realmente como son.
“No me pidas que no piense
en voz alta por mi bien
Ni que me suba a un taburete
si quieres probaré a crecer”
Vivimos en un mundo en el que cuando alguien siempre piensa en voz alta, y dice exactamente lo que le dicta la cabeza y el corazón; acaba siendo criticado por la multitud. Desafortunadamente, la sinceridad, además de escasa, está mal vista; y lo que es peor, se confunde con arrogancia y mala educación. Se pretende que nuestro mundo sea tan perfecto y tan feliz, que no se tienen reparos algunos en maquillar todas las miserias, o en tapar los agujeros con una bonita fachada. La metáfora del taburete es simplemente magistral. Cuando se pretende ser lo que no se es, se tiene la opción de optar por el engaño, o por reconocer la realidad e intentar poner otros medios para mejorarla. El primer camino es bastante sencillo, y durante un tiempo te puede llegar a funcionar. El segundo, es bastante más tortuoso y no te asegura el éxito final.
“Cuéntale a tu corazón
que existe siempre una razón
escondida en cada gesto
Del derecho y del revés
uno es siempre lo que es
y anda siempre con lo puesto
Nunca es triste la verdad
lo que no tiene es remedio”
El cierre de la canción es tan magistral como su autor, los dos últimos versos engloban a la perfección el objetivo de este tema. No debemos obcecarnos en ver los defectos del otro, es una práctica mucho más útil el intentar buscarle sentido a sus acciones (aunque a veces sea harto complicado). Por otra parte, tampoco es fácil decir “este soy yo, soy consciente de mis defectos y no los oculto”. La simplicidad muchas veces ha servido para lograr grandes éxitos, pero a menudo nos resulta tan poco atractiva, que optamos por caminos más enrevesados sin saber muy bien lo que buscamos. No hay que empeñarse en intentar cambiar la verdad, como dice Serrat, no tiene remedio.