24 septiembre 2011

Todavía una canción de amor

Las canciones suelen traer consigo dos historias, por un lado la historia de cómo se escribió y por el otro la historia que nos cuenta su letra. En el caso de esta canción ambas historias son dignas de mención. Cuenta la historia (en boca del propio Sabina) que Joaquín se encontraba en un bar o "boliche" de Argentina sentado en un rincón, cuando alguien se acercó y le dijo: "No me jodas, Sabina, ¿estás escribiendo una canción?. Ese alguien era Andrés Calamaro, esa canción era "Todavía una canción de amor" y a esa letra de Sabina le puso música Calamaro. Con el paso del tiempo, el tema lo han interpretado tanto en conjunto como por separado. Esta es la primera historia, pero la segunda no le desmerece para nada. Esta canción nacida en un bar contiene algunos de los versos más célebres de Joaquín, y unos de los mensajes más directos a la par que ambiguos.


"No te fíes si te juro que es imposible
no dudes de mi duda y mi quizás
el amor es igual que un imperdible
perdido en la solapa del azar"

Sólo con ver el título de la canción, no es excesivamente complicado adivinar cuál va a ser el tema principal de la canción. Desde su primer verso ya se pone sobre la mesa la ambigüedad tan presente en las letras de Sabina, la lucha de contrastes, la atracción de los polos opuestos. Si hay algo que nos encontramos con demasiada frecuencia en las relaciones son los "si pero no". Esos si pero no están en el comienzo del tema. La palabra imposible la soltamos que suma facilidad sin caer en la cuenta que seguramente se convierta en probable, e incluso acabe siendo muy posible. Supongo que la culpa la tienen los momentos, momentos en los que sin saber muy bien por qué rechazamos cosas, debido a razones que escapan de la lógica. A veces podemos retroceder sobre nuestros pasos, pero otras veces no se nos da esa segunda oportunidad.

"La luna toma el sol de madrugada
nunca jamás quiere decir tal vez
la muerte es un amante despechada
que juega sucio y no sabe perder"

El juego de opuestos y ambigüedades del que hablaba al principio tarda poco en entrar en escena. Un imperdible perdido en la solapa del azar, quizá sea una de las mejores definiciones posibles a algo tan indescifrable como el amor. Algo que por mucho que reniegues de él siempre lo vas a tener bien cerquita, pero que a la vez se revuelve y no atiende a normas establecidas ni a leyes (excluyendo a las puramente azarosas). Es por eso que las dudas y los quizás se mueven aquí como pez en el agua, consiguiendo desesperar a muchos y confundir a otros tantos. 

"No corras si te llamo de repente
no te vayas si te grito piérdete
a menudo los labios más urgentes
no tienen prisa dos besos después."

A veces nos gusta demasiado dárnoslas de interesantes, hacernos de rogar, simular que controlamos a la perfección nuestras emociones. Por eso nos cuesta ser los primeros en llamar, en dar el primer paso arriesgándonos a que sea en falso. Creemos que prolongando nuestras ausencias o mostrando cierta indiferencia, conseguimos que se nos eche más de menos (y esto para nada es matemático, es más muy probablemente logremos que ese "tal vez" se quede en un "nunca jamás").  Aquí tenemos los versos más célebres de esta canción: "A menudo los labios más urgentes, no tienen prisa dos besos después". Cada vez más, se vive con prisa, se piensa en pasado mañana sin tener claro lo que vas a hacer hoy. Tampoco sabemos disfrutar de lo que ya tenemos y actuamos caprichosamente; lo que antaño ansiábamos conseguir, nos sabe a poco cuando apenas lo hemos probado.

"Se aferra el corazón a lo perdido
los ojos que no ven miran mejor
cantar es disparar contra el olvido
vivir sin ti es dormir en la estación."

Ya dijo Aute que el perdedor era el universo de Sabina, por eso no podía faltar una referencia a ello en esta clase magistral sobre el oficio de Cupido y sus derivados. Por mucho que crezcamos y muy adultos que nos creamos o nos lleguen a considerar, en el fondo actuamos de manera muy similar a los niños. Basta que te digan a algo que no, para que tozudamente te guste mil veces más. Por eso nos empeñamos en no querer ver la realidad y en su lugar usamos unas gafas muy personales que la transforman a nuestro gusto. Eso tiene sus inconvenientes, ya que hay muros inexpugnables que crees no ver hasta que te estampas contra ellos. Cada uno dispara contra el olvido de la mejor manera que sabe o puede, Sabina para fortuna de muchos lo hace cantando. 

"Estoy tratando de decirte que
me desespero de esperarte
que no salgo a buscarte porque se
que corro el riesgo de encontrarte
que me sigo mordiendo noche y día
las uñas del rencor
que te sigo debiendo todavía
una canción de amor."

En el estribillo de la canción se resume magistralmente el mensaje que a muchos nos gustaría lanzar cuando estamos cara a cara y se nos baja por completo la persiana. Decir todo lo que nos ronda por la cabeza y no sabemos como expresar. Explicar de una manera clara y concisa el por que de muchos de nuestros actos, poner sobre la mesa nuestros temores y no limitarnos a decir que todo va bien cuando no es verdad. Siempre tratamos de decir cosas, pero pocas veces somos capaces de hacerlo. Por muy grande que sea la desesperación de estar esperando algo, mayor todavía es el miedo a encontrarnos de frente con algo que no querías. Si le seguimos debiendo a alguien una canción de amor, esta sería una buena opción, ya que no se va por las ramas y ataca directamente al sístole y al diástole.

08 septiembre 2011

Sabina Versionado XVIII

El protagonista de este "Sabina versionado" es alguien muy especial, bueno más que especial diría esencial para Joaquín Sabina. Se trata de Antonio García de Diego, junto con Pancho Varona los "andamios" de Sabina. Antonio está ligado a Sabina desde principios de los noventa, y desde entonces no se ha limitado a ser "uno de sus músicos". A este manchego, paisano mío, le debemos mucho todos los Sabineros.

Además de haber sido parte importante de un gran porcentaje de las canciones del flaco y ser un fijo en la alineación titular de todos y cada uno de sus conciertos, también ha intervenido en otros espectáculos.

Uno de los que más me gustan a mi es el "Karaoke y Top Colcha", en los que junto al resto de los músicos habituales de Joaquín tocaban los temas más célebres de Joaquín permitiendo a la gente del público subirse a cantarlos con ellos.

Aunque su especialidad son los instrumentos, tampoco le tiembla el pulso a la hora de cantar algún que otro tema en los conciertos de Sabina. Últimamente, la canción de "Amor se llama el juego" ha pasado a ser propiedad suya en las giras. Cosa que le aplaudo enormemente a Joaquín, ya que el mejor regalo que le puede hacer a los que trabajan con él diariamente, codo con codo; es cederles el micrófono para que hagan lo que más le gusta. Es inevitable que ocurra, siempre la gente que trabaja a la sombra queda eclipsada por la estrella a la que acompañan. Pero con gestos como éstos, Sabina les concede una parte de todo el reconocimiento que se merecen.

Hay un par de situaciones en las que la mano de Antonio se aprecia de manera notoria. Una de ellas ocurre en la canción "De purísima y oro", en la que su guitarra es una de las señas de identidad del tema. La otra tiene lugar en todas las canciones donde el piano cobra un papel protagonista, instrumento por el cual siento una debilidad especial . Un buen ejemplo es la versión en directo de Peces de Ciudad, haciendo una introducción de casi un minuto que es una delicia. Otro ejemplo es la citada "Amor se llama el juego", de la que os dejo un vídeo con una de sus interpretaciones en directo.