07 mayo 2017

Por delicadeza

Cuando hablamos de la "historia de una canción" solemos ceñirnos a la historia que nos cuenta su letra, y a partir de ahí empezamos a divagar si está basada en hechos reales o si parte completamente de la imaginación del autor. En el caso de Sabina hay dos focos de atención principales, uno es la autenticidad de los hechos y otro es a quién va dedicada. Un buen ejemplo del primer caso es Pacto entre caballeros, sobre la que se ha debatido hasta la saciedad sobre la secuencia de acontecimientos de esa noche. Respecto al segundo, no somos pocos los que hemos buscado el nombre y los apellidos de su "Princesa" de la boca de fresa. Sin embargo, hay otra historia a la que en numerosas ocasiones somos totalmente ajenos. El proceso de creación, cómo surgió la letra y la música; la puesta en escena de las musas para ser más precisos.


"Me acusas de jugar siempre al empate
Me acusas de no presentar batalla
Me acusas de empezar cada combate
tirando la toalla"


Leiva tuvo el detallazo de compartir el nacimiento de el tema que cierra el disco "Por delicadeza", la cuál entró  (según sus palabras) en el descuento. Recomiendo la lectura de los eventos de aquella noche. Esto explica también el motivo de que este tema sea el epílogo del disco. Detalles como éste, el orden de las canciones, muchas veces nos pasan desapercibidos; ahora mucho más teniendo en cuenta que la reproducción aleatoria es la preferida. Con los formatos físicos no era así y, por ejemplo, cuando termina de sonar "Y nos dieron las diez" mi cabeza ya empieza a reproducir mentalmente los primeros acordes de "Conductores suicidas".

"Me acusas de tomarte de rehén
Te acuso de quererme a sangre fría

Me acusas de afinar la puntería

Hiriéndome en la sien"


Hay una conocida teoría sobre las parejas, la del conformista y el afortunado. Es bastante sencillo identificar a los dos perfiles, en algunos casos hasta clamoroso. Por un lado, al que se le presupone mayor potencial para alcanzar algo mejor, y por el otro el que pone la pica en Flandes (y la que inconscientemente teme perder a cada instante, asumiendo que la suerte es efímera). De ahí que Sabina hable de jugar siempre al empate, o del temor a presentar batalla; quizá creyendo que no está en posición de exigir nada, no vaya a ser que el conformista cambie de opinión.


"Me acusas de no dar nunca la cara
Me acusas de escupir mirando al cielo

Me acusas de que mi arma no dispara

más que balas de hielo"


Ese desnivel entre las dos figuras se puede comprobar con un sencillo ejercicio. Si comparamos la cantidad de "me acusas" con los "te acuso" en la letra, nos encontramos con un resultado digno de un España-Malta, 12 a 1. Dentro de esas acusaciones hay una muy curiosa, la de "quererte y no buscarte"; que es un golpe directo al miedo al rechazo que suele acompañar al afortunado, y que una vez solventado va mutando en miedo a la ruptura.


"Me acusas de abrazarte al por menor
De barajar las cartas boca abajo

Me acusas de encontrar siempre un atajo

para tratarnos peor"


Otro reproche muy gráfico es el de querer al por menor y el de barajar las cartas boca abajo. A pesar de asumir cierto conformismo, eso no exime de exigir a la otra parte una dedicación mucho mayor; una forma de recordar que se encuentra en deuda permanente. Paradójicamente también es imputable la falta de picardía, o si me apuras la necesidad de tener discusiones de vez en cuando (como si estas fueran el estiércol necesario para abonar la relación).

"Porque a veces no basta un porque sí
Prefiero seguir dudando

Entre el depende y el cuándo

Entre lo duro y lo blando

Ni tan puro ni tan ruin"


En el estribillo se adivina un pequeño hartazgo de una de las dos partes, a la que ya no le basta un porque sí. Una despedida elegante pero definitiva, la necesidad de encontrar una dupla en la que la distancia entre el conformista y el afortunado no sea tan evidente. Un punto de equilibrio a fin de cuentas, sobre el cuál poder apoyarse y mover un complejo mundo que diría Arquímedes.


"Me acusas de quererte y no buscarte
Me acusas de incendiarte la cabeza

Ayer te quise por amor al arte

Hoy por delicadeza"


Tenemos que esperar al final de la canción para encontrarnos el título de la misma, el cual queda encerrado entre los versos más brillantes de toda la letra. "Ayer te quise por amor al arte, hoy por delicadeza". Es el resumen perfecto de la canción, de ese viaje que empieza queriendo a alguien incondicionalmente y termina por guardarle cariño. Simplemente cariño, o al menos cariño, cada cual que decida si conformarse o resignarse.