25 marzo 2018

Jugar por Jugar

Aunque la dirección musical de Sabina ha sido desde hace mucho tiempo el número 7 de la Calle Melancolía, y a pesar de que el tranvía con destino al Barrio de la Alegría siempre se le escapase; de vez en cuando hace incursiones por aquella barriada. Cualquier trayecto o espera, siempre se hace más llevadera cuando hay un juego de por medio. El mayor exponente de esa filosofía es Roberto Benigni, cuando nos convenció de que la vida es bella.  

"Sugiero que el más triste de los presos
Tenga derecho a sábanas de seda;
Bendita sea la boca que da besos
Y no traga monedas"

El vals suele ser una cita clave en cualquier banquete de bodas, pero ese momento a veces peca de un exceso de solemnidad, incluso suele asustar al típico torpe que rima pisotón con tropezón. Muchos temen no ser capaces de salir a flote en El Danubio Azul y acabar braceando a la espera de un salvavidas. No parece ser el mejor pie para entrar en el resto de sus vidas. Aquí tenemos la alternativa, un vals Sabinero. Un vals de los recuerdos, donde bailar es tan sencillo como dejar que los pies tomen el relevo de la cabeza para soñar, y en el que está permitido llorar pero solamente de alegría. 

"Nada de margaritas a los cuerdos,
Hay que correr más que la policí­a
Para bailar el vals de los recuerdos
Llorando de alegrí­a"

Las prisas por hacerse mayor se pierden a la misma velocidad que la infancia pasa a formar parte de recuerdos con filtros sepias. De ahí que Joaquín nos recomiende tomarnos nuestro tiempo cuando estamos recorriendo esa etapa en patinete, esa es la vuelta de calentamiento donde está permitido derrapar y saltarse alguna curva. El resto del circuito viene con cambios de rasante, radares, multas, y los patinetes tienen que pasar la ITV cada vez con más frecuencia. 

"Conviene entrar penúltimo en la meta
De la vuelta a la infancia en patinete
Y fusilar al rey de los poetas
Con balas de juguete"

Aunque tendamos a pesar, medir y calcular todo al milímetro, la vida dista mucho de ser ese libro de cuentas en el que el DEBE y el HABER siempre se equilibran. La realidad es se parece más a esa golondrina sin rumbo fijo y, sobre todo, sin billete de ida y vuelta. El viento puede ayudar o incluso forzar a cambiar el rumbo y la velocidad de crucero, pero nunca te permite volver al pasado. 

"La vida no es un bloc cuadriculado
Sino una golondrina en movimiento
Que no vuelve a los nidos del pasado
Porque no quiere el viento"

Por ese camino se recomienda dar más besos, siempre queda la posibilidad de que alguno acabe en una rana con premio. La mejor dieta que se puede hacer es aquella que nos aleje de tragar demasiadas monedas. La única corrupción que se ve con buenos ojos es la que hace al puritanismo languidecer. Siempre que se pueda, dormir a pierna suelta es la mejor terapia, sin olvidar poner alguna alarma que ayude a darle forma a los sueños. 

"Se aconseja dormir a pierna suelta
Lejos de tentaciones de diseño,
Que no pase de largo por tu puerta
El hombre de tus sueños"

Estas cosquillas para serios que se reclaman en la canción son el vehículo necesario para restar todos los dramas posibles. Dejar de utilizar las banderas para enfrentar o separar, pasarlas por la máquina de coser y hacer con ellas braguitas. A fin de cuentas, llevar esta filosofía de vida hasta las últimas consecuencias, de tal forma que hasta se consiga cambiar el rictus cuando se recuerden a los que ya llegaron al final del juego. 

"¿Por qué no doctorarse en cremalleras?
Como haré la hormiguita por tu espalda
E hilvanar con jirones de banderas
Braguitas rojigualdas

Hacen falta cosquillas para serios,
Pensar despacio para andar deprisa,
Dar serenatas en los cementerio
Muriéndose de risa"

11 marzo 2018

Una canción se burla del miedo


“Yo vivo en el boulevard de los sueños rotos” esa fue la frase que Chavela le dijo a Joaquín el día que se conocieron en Madrid. Ella no lo sabía, pero acababa de plantar en la cabeza de Sabina la semilla de una canción que sería un himno para México. No hay concierto de Sabina en el que no rinda tributo a su cuatacha la Vargas.

Si Diego Rivera retrataba a Frida Kahlo, Sabina hace lo propio con Chavela. Con pluma en lugar de pincel, los primeros trazos son para el tono de piel morena coronada por piel de plata. Los siguientes son más abstractos, pero consiguen que veamos a la gata valiente de piel de tigre. Y el último retazo le dibuja su inseparable poncho rojo. Si ese cuadro hablase, lo haría con voz de rayo de luna llena.

Joaquín comentaba que nunca se había tomado copas con sus ídolos Dylan, Cohen o Brassens; pero la Vargas fue la excepción, no sin antes advertirle que ya no quedaban tequilas buenos, porque ya se lo habían bebido José Alfredo Jiménez y ella. Probablemente en esas noches sería difícil distinguir las risas de los llantos.

Con esta canción Sabina además de un homenaje a Chavela, se lo hace al México que más ama; un amor muy correspondido además. Ninguno de los dos artistas nació en el país azteca, pero ambos darían la vida por él.  

Según palabras de Sabina: “Ella no vendía una voz, vendía un estilo. Era una maestra en perder la primera al tiempo que ganaba lo segundo. Algo en lo que yo, sin duda, tengo mucho que aprender”. Creo que en eso ya estaban hermanados desde hace mucho tiempo, y el ubetense fue alumno aventajado de la tica en esa materia.

Cuando podría pensarse que el boulevard era la canción definitiva para plasmar la relación entre Chavela y Joaquín; éste se sacó del bombín, cuando el siglo XX estaba en el tiempo añadido, otra obra maestra titulada “Noches de boda”. En la introducción que hace ella, se encuentra una anécdota que ocurrió el día que se conocieron.

La historia contada por Joaquín:

“Aquella primera vez, pedí a Pedro Almodóvar que nos presentara. Al acercarme, escuché cómo él le contaba quién era yo, pues Chavela no tenía la menor idea. “La admiro desde niño”, le dije. “Yo también le admiro mucho a usted”, contestó. Ante la mentira, exclamé. “Vete a la mierda”. Nos fundimos en un largo abrazo del que nunca nos libramos...”

La historia contada por Chavela:

“Desde el primer día que nos vimos en los Madriles. Me caíste re bien. Me gustaste por sincero. Me dijiste que me fuera al carajo...Todas las noches de luna serán para Joaquín y para mí pues.”

El artífice de ese encuentro fue el cineasta manchego Pedro Almodóvar, quien afirmaba sobre la Vargas lo siguiente:

Desde Jesucristo, nadie ha abierto los brazos como ella