Ayer fue el día internacional de la comunidad LGTBI y el pistoletazo de salida para las fiestas del orgullo, que en Madrid se extenderán hasta el próximo fin de semana. Este año se va a rendir un homenaje a aquellos pioneros, que hace 40 años, salieron a la calle por primera vez a celebrarlo. Unos años después Sabina y Krahe componían la canción "Juana La Loca", un homenaje a todos aquellos valientes que abrían el armario por primera vez; justo cuando más pesaba la puerta.
Aunque en aquella época todavía no había rastro del lodazal de Twitter, algunos le colgaron el cartel de homófoba a la canción. Un error mayúsculo que la propia letra lo desmiente por si sola, y la historia que se esconde tras la misma desmonta la acusación completamente. La canción está dedicada a su abuelo Ramón, y él mismo contó la historia en el libro Sabina en carne viva, de Javier Menéndez Flores.
"Mi abuelo Ramón era un viejecito con el pelo blanco cuya mujer, que se llamaba Rosa, murió muy joven. Mi abuelo vivió muchos años, hasta los ochenta y tantos (...). Él nunca conoció otra mujer, era un tipo intachable, querídisimo y respetadísimo en el pueblo. Era carpintero y todo el mundo le llamaba Tío Ramón. En mi casa, en Madrid, en Tirso de Molina, no hay una sola foto de mis padres, pero si te fijas el próximo día que vayas, verás una de mi abuelo. Su cara es exacta a la mía y a la de mi hija Carmela.
Bueno. Era un carpintero. Un carpintero que se ponía una camiseta de esas blancas de tirantes que llevan ahora los metrosexuales pero que en ésa época solo las llevaban los pobres, y se sentaba a la puerta de casa a leer a García Lorca en años en los que García Lorca era un rojo maricón. ¿Me explico? (...)
El caso es que mi abuelo y mi madre nunca se llevaron bien. El abuelo Ramón tal vez sea el miembro de mi familia al que más amo, y sin tal vez (...) Bueno, acabaré la historia. Con ochenta y un años sostuvo mi madre que pilló a mi abuelo mariconeando con un viejecito que se llamaba Pesetilla, enjuto como era, y formó un escándalo que te cagas. Mi padre siguió leyendo el periódico, mi hermano no dijo nada y yo quería matar a mi madre. Yo oía a mi madre decir en las comidas, mientras mi padre se atrincheraba tras el periódico: "Yo a los maricones los ataba a una rueda de molino y los tiraba al mar", y mi pobre abuelico ahí, calladito.
Mi padre siempre fingió que no se había enterado. Esa fue su actitud general ante la vida. Mi padre no se enteró de Franco ni de los muertos ni de las detenciones, no se enteró de nada. Tampoco se enteró de mí. Era un buen hombre. En fin".
Seguramente haya muchas historias parecidas, sobre todo entre aquellos pioneros de 1978, que se vean reflejadas tanto en Ramón como en "Juana La Loca". Esta canción fue una de las primeras de Joaquín, y ya aquí apuntaba las maneras en las que años más tarde se haría maestro; escribir canciones que cuentan historias urbanas y que esa misma gente de la calle convierte en himnos o banderas (multicolor en este caso).