Hace más de tres décadas que Luis Eduardo Aute se subía al escenario para acompañar a Joaquín Sabina en su primer y memorable disco en directo, el Sabina y Viceversa que se grabó en el teatro Salamanca de Madrid. Sacó un papel del bolsillo, y guitarra en mano cantó aquel "Pongamos que hablo de Joaquín" (que le da título a este blog) retratando a la perfección al joven aprendiz de pintor que acabaría siendo "El Maestro".
Ayer, varias décadas después era Joaquín el que se subía nuevamente al escenario. No a un escenario cualquiera, al Wizink Center, lugar donde lo vimos por última vez en un accidentado concierto. No estuvo sólo, fue una reunión familiar que juntó a numerosos artistas que rindieron un sentido homenaje a Aute. Desde Andrés Suárez, Marwan o Rozalén hasta Serrat, Ana Belén o Silvio Rodríguez.
Sabina le devolvió el regalo, y bajo la misma melodía del "Pongamos que hablo de Joaquín" le puso letra a "¿Quién es Caín, quién es Abel?"; para retratar a su amigo Luis Leonardo, perdón, Luis Eduardo Aute. Esa fue la canción que cantó ayer en Madrid, esa melodía actuó como un hilo invisible que conectaba a los jóvenes Aute y Sabina del teatro Salamanca en los 80, con las leyendas vivas que soy hoy en día.