21 marzo 2019

Día Mundial de la Poesía




Hace unos años Sabina escribió dos sonetos hablando de sus poetas y lo que cada uno de ellos le había aportado. 

I]


De Rubén aprendí la peregrina
alquimia del diamante y la madera,
de Cernuda el olvido y la quimera,
de Vallejo los húmeros, la espina.


De Neruda la fronda y la sentina,
de Manrique verdura de las eras,
de Garcilaso la égloga tercera,
de Juan Ramón la esencia y la rutina.


De Federico el Nueva York gitano,
del pastorcico el rayo que no cesa,
de Blas el ángel fieramente humano,


de Borges el enigma en letra impresa,
de Machado la biblia del pagano,
de Espronceda la epístola a Teresa.


II]


De Ángel González la palabra breve,
la risa generosa de cantina,
de Jaime Gil la cita clandestina,
la margarita que a volar se atreve.


De San Juan de la Cruz el vuelo leve,
de Lope una aventura en cada esquina,
de Bécquer las oscuras golondrinas,
de Campoamor la tarde cuando llueve.


De Sor Juana el amor a contrapelo,
de Gelman la orfandad y el desconsuelo,
de Violeta la décima inocente,


de Góngora lo oscuro cristalino,
de Quevedo el ardid luciferino,
de García Montero el pan urgente. 

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