El año 2019 llegó con 70 velas a soplar por Joaquín Sabina. Poco después nos llevó hasta la trimilenaria ciudad de Cádiz, en la que nuestro más querido Pirata Cojo nos confesó que de entre todas las vidas en las que le gustaría colarse se encontraba la de "Chirigotero en Cádiz".
Con la llegada de la Primavera vino su participación en el VII Congreso de la Lengua Española, donde nos recordó que la mayor patria que tenemos es precisamente nuestra lengua. Este año también fue el de su regreso a los escenarios, de la mano de su primo Joan Manuel Serrat, empeñados en echarles un fuerte pulso a los Rolling Stones en eso de dar su "último recital".
El año se cerró con un disco tributo tan heterogéneo como lo es la familia Sabinera. Allí Robe Iniesta nos enseñó que había otra manera de silbar por la Calle Melancolía. El año 2020 hará que Sabina se baje de nuevo en Atocha y que las canas de ese niño que envejece en Madrid se vuelvan a teñir en el escenario de su ciudad invivible pero insustituible. Ya sólo faltan 19 días para que se vuelva a cumplir el deseo de "ojalá que volvamos a vernos" del último concierto al que asistí, una noche de verano de 2017 en Úbeda.
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