Hasta hace poco si alguien clamaba haber sido víctima de un robo, y ese robo resultaba ser el preciado mes de Abril; a todos nos vendría al a cabeza, un hombre de traje gris, una chica de BUP o una madre derrotada en un sillón. Esos tres personajes le bastaron a Sabina para describir a la perfección esa sensación de derrota, tristeza y desamparo. Uno de ellos tuvo el premio de titular a ese disco de 1988, y los tres juntos consiguieron la inmortalidad que le da que el gran público coree ese estribillo en todos los conciertos. Porque todos hemos coreado "¿Quién me ha robado el mes de abril?" desde la distancia prudencial que te da el observar una historia sin llegar a protagonizarla. Pero todo eso cambió en 2020.
En 2020 apareció una pandemia, que nos pilló sin vacunas ni letanías. Su llegada fue escalonada, pero justamente fue el mes de Abril el que desapareció de todos los calendarios del mundo. De repente todos, en mayor o menor medida, nos vemos llevando un traje gris, suspendiendo asignaturas pendientes y anclados en un sofá. Estamos protagonizando la canción y preguntándonos ¿cómo pudo sucederme a mi?. A ese estribillo se le podían intercalar millones de historias equiparables a las de esos tres personajes que todos conocemos. A Joaquín ya se le había dado el título de compositor de las bandas sonoras de nuestras vidas. Ahora también se le está otorgando el título de verdadero profeta (aunque estemos en tiempos oscuros), ahora que nada es urgente, que todo es presente, que no arrancan los coches y las ciudades se llenan de largas noches y calles frías.
Ya sabíamos que el mes de Abril se guardaba en el mismo cajón que el corazón. Ahora también sabemos las consecuencias que tiene esa pérdida. A algunos les ha dejado agujeros que permanecerán para siempre como cicatrices cuando este mes nos sea devuelto en años venideros. Pero sin prisas, que cuando salgamos de esta ya sabemos con qué fuerza tendremos que cantar nuestra supervivencia, "¡maldita sea!". Para ir recargando esas fuerzas, y que sean proporcionales a estos lamentos por la primavera perdida, recomiendo buscar esos más de cien motivos y esas cien pupilas donde vernos vivos que también Joaquín relató hace mucho tiempo.